LOS INICIOS DE LA INMERSIÓN LINGÜÍSTICA EN CATALUÑA

En los años 70 el movimiento de enseñantes demócratas, que era extenso en Cataluña (no tantos como algunos creían pero sí más de lo que otros deseaban) se aglutinó en torno a dos grandes corrientes que enseguida explicaré. Yo lo conocía de primera mano porque era asesora jurídica del Colegio de Licenciados en Lleida (en correspondencia con el que, en Barcelona lideraba Ramón Fuster), que era la institución en torno a la que se organizaban los grupos profesionales, ya fueran maestros o profesores de secundaria (estos últimos mayoritarios en la organización colegial). Es más, a medida que el régimen la franquista se descomponía, la organización colegial promovió la creación de un sindicato unitario de enseñantes.

Dado que yo entonces vivía parte del año en París, quedé encargada de estudiar el modelo de la FEN (Fédération de l’Education Nationale) francesa, como sindicato profesional, ideológicamente transversal, que aglutinaba a la mayor parte del profesorado en Francia. Y así lo hice. Con tal modelo, preparé los estatutos con los que, al abrigo de la primera norma que permitió crear no tanto sindicatos como asociaciones profesionales, fundamos el STELL (Sindicat de Treballadors de l’Ensenyament de Lleida), que fue la primera organización «sindical» legalizada, tras haber pasado todos los promotores por el juzgado, dado que fuimos enseguida considerados como perfectos «sospechosos» (corría el año 1976).

De Lleida era María Rubies, fundadora de l’Escola Espiga, escuela privada de cierto nivel, una de las primeras que impartió enseñanza en catalán; miembro del Omnium Cultural de aquellos tiempos, militante de Convergencia Democrática de Cataluña enseguida, promovía la enseñanza primaria en lengua materna, la catalana, seguramente porque era la mayoritaria en aquellos años. Como oponente pedagógica se situaba Marta Mata, fundadora del movimiento Rosa Sensat, inserto en el catalanismo socialista, defensora de la escuela pública laica y de la renovación pedagógica. Las dos pedagogas tuvieron también una importante carrera política, en Convergencia María Rubies y en el PSC Marta Mata.

Ambas tendencias coexistieron en STELL unos pocos años, los pocos que duró la unidad sindical en la enseñanza, aunque el grupo de Rosa Sensat era mayoritario en el sindicato. Durante ese tiempo el aprendizaje en lengua materna era indiscutido y defendido tanto por el grupo de Rubies como por el de Mata, si bien los primeros hacían más hincapié en la catalanidad y los segundos en el carácter social de la educación. Ciertamente, al provenir de una enseñanza, la franquista, en la que la lengua vehicular era el castellano (era muy extraordinario que sucediera, como en mi colegio, que algunas actividades se hicieran en catalán, o que se diera importancia a la literatura catalana o se promoviera el teatro en catalán) la reivindicación de la enseñanza primaria en lengua materna era considerado como un signo de identidad democrático, por su oposición al monopolio del castellano. En teoría, digo en teoría porque el ciclo no se pudo terminar, se pretendía que, partiendo de la lengua materna, se fuera introduciendo la otra lengua progresivamente a lo largo de la educación primaria, para que al llegar a la secundaria se dominaran ambas por igual.

Y no se pudo terminar el ciclo porque, de la noche a la mañana, el principio de la educación primaria en lengua materna dejó de existir, para ser sustituido por la llamada inmersión lingüística en catalán, adoptada desde las cúpulas educativas sin que en las bases hubiera existido ni tan siquiera un debate o discusión serio al respecto. El instrumento que se utilizó para ello fue la subvención condicionada para la escuela privada concertada y la simple y llana imposición para la escuela pública. Ello se inició en el «cinturón rojo», concretamente en Santa Coloma de Gramenet, porque era zona castellanohablante, al estar su población formada mayoritariamente por personas venidas de otros lugares de España. Prácticamente de la noche a la mañana, los niños de toda Cataluña pasaron a tener el catalán como lengua vehicular en la enseñanza.

Siempre me preguntaba cómo había podido suceder tal cosa y cómo no había habido «resistencia» eficaz por parte de los docentes. Asistí perpleja al hecho de que fuera considerada «natural» tal inmersión; los padres parecían querer que sus hijos siguieran las enseñanzas en catalán porque así se integrarían mejor en Cataluña. Los partidos políticos estaban todos de acuerdo con el modelo, socialistas y comunistas (que eran los mayoritarios en el cinturón industrial) incluidos. La propaganda oficial afirmaba que el catalán estaba en peligro de desaparición y que era necesario consolidarlo mediante la inmersión. Con ello, el Govern de la Generalitat, ya al servicio de Jordi Pujol, comenzó a preparar sus planes de consolidación del modelo educacional para la «construcción nacional», utilizando la lengua como instrumento político hasta nuestros días.

Me extrañó sobremanera que el movimiento Rosa Sensat no «presentara batalla» ante estos hechos, puesto que su concepción pedagógica se centraba más en lo social que en lo catalán. Pero no la presentó. Se «acomodó» sin problemas a lo que había sido defendido desde sus oponentes. De ahí que el modelo se pudiera consolidar sin prácticamente oposición (el que se opusiera, que se fuera a otro sitio, como sucedió con los más de 7.000 docentes que abandonaron Cataluña). Y el resto de la historia ya la conocen ustedes.

Madrid-Barcelona, 2-3 de junio de 2017.

 


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