LA ESTRATEGIA ANTIINDEPENDENTISTA

Algo les falla. Y creo que es la visión, a mi entender cortoplacista y poco operativa, consistente en creer que al secesionismo se le supera con el «diálogo» entre éstos, es decir, los nacionalistas de todo pelaje o de algún pelaje y el Gobierno español.

España tiene un problema que viene de lejos y que se agudiza tras la ruptura del pacto constitucional que se produjo con los prolegómenos del Estatuto catalán de 2006 (comenzando por no respetar la jornada de reflexión en las elecciones del 2004, por el Pacto del Tinell y por la falsa lectura que el partido de Aznar realizó sobre el populismo del 15 M). No fue el Estatuto lo que rompió el pacto, pese al mantra que intentan que «cale». El pacto ya estaba roto y las fuerzas políticas del arco constitucional no interpretaron debidamente lo que estaba llegado. Y surgieron otras nuevas que se están posicionando ante todo ello (digo que «se están» posicionando, porque al ser nuevas, es lógico que den ciertos bandazos).

Con estos mimbres hemos llegado a la situación actual, en la que, aprovechando la crisis del 2008 (primero negada y luego sufrida hasta el tuétano) el secesionismo, agazapado hasta la fecha en el nacionalismo populista de Pujol y los suyos, con la connivencia de los más radicales, vio el momento de dar el golpe de mano.

¿Qué han hecho los partidos constitucionalistas, nuevos y viejos, ante tal desafío? Pues posicionarse dentro de la lógica partidista que sería válida si no estuviéramos ante lo que estamos y que es, dicho crudamente, la amenaza de romper el sistema y la instauración de una fractura social, no sólo en Cataluña, que agrava mucho más esta amenaza.

Cuando estas crisis derivan en enfrentamientos como el actual (sí, existe un enfrentamiento, pues no es necesario que sea a golpes, o con armas) pueden transformarse en crisis estructurales que enfrenten a la ciudadanía a posicionarse mentalmente en forma peligrosa si no existe un eje programático racional que permita superar adecuadamente el caos intelectual que la crisis conlleva, sobre todo teniendo en cuenta los dos grandes ejes en los que todo quisque pretende ejercer su unilateral hegemonía: la comunicación y la educación.

Sin una profunda reflexión política, que tenga sus reflejos en los ámbitos deliberativos de la sociedad civil sin manipulaciones interesadas, lo máximo a lo que podemos aspirar es a que se vayan arrastrando los problemas, con picos de agudización medianamente controlada, pero sin ir al fondo de la cuestión. Es decir, estaremos permanentemente instalados en la rueda del hámster, en esa crisis que se va a convertir en estructural, pasando un sarampión de vez en cuando y sufriendo una profunda bronquitis crónica que no nos va a dejar respirar por generaciones.

¿A qué esperan los partidos políticos a regenerarse? No sólo por el tema de corrupción, que eso no va a cambiar mientras la ley de financiación de los partidos sean tan hipócrita como la que tenemos (si echamos un vistazo a cómo están en los países donde tienen leyes similares, veremos como la corrupción tiene también tasas similares). También, y mucho más, por la cuestión de los principios por los que debe regirse la sociedad, esa sociedad que es plural y abierta y que tiene que conllevar una estructura jurídico-política compleja, con distintos niveles de toma de decisión que tienen que responder a valores compartidos.

¿Cómo se puede mantener un sistema, fundamentalmente válido en su formación y su estructura, sin afrontar colectivamente los grandes problemas? ¿Cómo va a funcionar un «tout court» que salve presupuestos para un año, o año y medio, sin comenzar a pensar de qué forma abordamos la salida de todo este embrollo?

No existe una reflexión razonable ni razonada, ni en las instituciones ni en los medios de comunicación. Parece como si la crisis hubiera nublado el entendimiento, individual y colectivo.

Quizás sea la hora de que la sociedad, la ciudadanía, proclame de una vez que está dolorosamente harta de que se juegue con ella, de que la brecha entre representantes y representados se agudice, de que no se sienten las bases para poder vislumbrar que nuestros hijos y nietos no van a estar sumidos en un caos mayor del que tenemos.

L’Ametlla del Vallès, 4 de junio de 2017.


2 respuestas a “LA ESTRATEGIA ANTIINDEPENDENTISTA

  1. Ningú pensa fer res?

    http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/fiscalia-investiga-carteles-amenazantes-contra-iceta-arrimadas-rabell-albiol-6095407

    «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
    guardé silencio,
    porque yo no era comunista.
    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
    guardé silencio,
    porque yo no era socialdemócrata.
    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
    no protesté,
    porque yo no era sindicalista.
    Cuando vinieron a por los judíos,
    no pronuncié palabra,
    porque yo no era judío.
    Cuando finalmente vinieron a por mí,
    no había nadie más que pudiera protestar.»

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